“Amar significa decirle a alguien: si, te quiero tal como eres, aunque no respondas a mis sueños»

“Amar significa decirle a alguien: si, te quiero tal como eres, aunque no respondas a mis sueños»

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La escritora Pinkola Estés en Mujeres que corren con lobos escribe: “Dicen que todo lo que nosotros estamos buscando nos busca a nosotros, y que si nos quedamos quietos nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos. En cuanto llegue, no te muevas, descansa, Ya verás que ocurre a continuación”. La mujer puede ser receptiva, descansar, y dejar al hombre que haga sus avances, conquiste territorios, se adentre en lo desconocido. Jugar a ver al otro y dejarse ver. Mirarse en las profundidades, perderse en los paisajes interiores, en los bosques y lagos de los ojos del otro, que es el propio paisaje también.

Sorprenderse al reconocer a la persona que aparece porque desde siempre se andaba buscando. Ernesto Sabato en su novela Sobre héroes y tumbas lo explica así: “No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo mas profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados? (…) Así, marchamos un poco como sonámbulos, pero con la misma seguridad de los sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el comienzo nuestros destinatarios”.

Ver al hombre, a la mujer real, soltar las proyecciones, ilusiones, fantasías y sueños que tal vez ayudaron a invocar, a hacer el pedido con claridad al Universo. Una vez aparece nos despedimos de las fantasías y saboreamos al ser real. Dice Bert Hellinger: y esperanzas, el hecho de que existas me alegra más que mis sueños”.

En El buen amor en la pareja Joan Garriga nos dice que el enamoramiento es “me mueves mucho, te veo poco” y el amor “ahora voy viendo mejor quien eres, y me mueves lo suficiente para elegirte y continuar un camino común”. Un poco más allá está la entrega que significa “te quiero a ti y también quiero aquello que a ti te dirige sea donde sea donde te lleve”. Es amar en el otro su propio viaje.

Enamorarse es experimentar que la vida nace de nuevo, el estado nacientede Alberoni, con todos los síntomas de enamoramiento real, una extraordinaria oportunidad para renacer, para imprimir un salto evolutivo en el proceso de individuación. Para ir un poco más allá, hacia un amor incluyente más profundo y más amplio que todo lo abarque.

Conocer al otro y dejarse conocer. Conocer sus heridas, marcas y cicatrices, las huellas del paso de la vida. También sus lugares, rutas y rincones, sin intentar atraparlo o cosificarlo. El, ella es un ser real, con su historia personal y familiar, su bagaje, dolores y amores, luces y sombras. Hay que respetar su historia sin inmiscuirse en sus asuntos, cuidar del otro de la misma manera que uno ha aprendido a cuidar de sí mismo, con cariño y respeto. El, ella no está para sostenerme aunque a veces me sostenga, está para amarme. Y amar es dejar libre al otro. Antony de Mello lo expresa así:

Te dejo que seas tú mismo,

que tengas tus propios pensamientos,

satisfagas tus propios gustos,

sigas tus propias inclinaciones,

que te comportes tal y como decidas que quieres hacerlo.

Abrazar la vida del otro. El impacto del encuentro de una vida sobre la propia vida, asombrarse de todo lo que ha tenido que suceder desde tiempos remotos para que dos seres se encuentren. Dos caminos se cruzan, estaban destinados a cruzarse. El misterio de las conexiones y sincronías del Universo, las leyes del karma. Ya sabemos que Dios no juega a los dados.

El erotismo juega un papel fundamental, que te guste el otro físicamente, tocarlo, acariciarlo, besarlo. Reír, jugar, sentir alegría por la existencia de él, de ella. Tener la certeza de que fue bueno tener paciencia y confiar en el  Universo generoso y sabio. Conocer también el universo del otro y mostrar el propio universo a riesgo de no ser comprendido. Tener el coraje de exponerse, soltar miedos y elegir amar en vez de protegerse del dolor. Permitirse ser amoroso, tierno, romántico, afectuoso. Ser el niño, la niña que se ilusiona, sorprende, juega, crea. Y experimentar que cuando cada uno sostiene a su niño interior todo se simplifica, resulta más fácil.

Querer verle feliz, hacerle reír, que sus  necesidades, sentimientos y proyectos te importen casi tanto como los tuyos, sabiendo que no sois medias naranjas sino naranjas enteras. Y la importancia de la mirada como reminiscencia de la mirada amorosa e incondicional de la madre al bebé. Ver al otro, ver el alma del otro, ver como se manifiesta el alma del otro en su cuerpo, como se yergue en el mundo. Dejarse ver, ser como uno es, mostrarse sin defensas, vulnerable, inofensivo,  transparente.

 

 

 

 

Fuente autora Texto original © Ascensión Belart.

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