Los Círculos Restaurativos son una forma de intervención basada en la reparación y el aprendizaje a través de un proceso de participación y toma de decisiones grupal y colectiva.
La intervención basada en los círculos restaurativos es opuesta a los modelos basados en el castigo o las sanciones, ya que parte del principio de que las relaciones se pueden restaurar abogando por valores de inclusión, pertenencia, solidaridad y escucha activa entre otros. Este tipo de intervención se caracteriza por:
- Reducir los comportamientos o relaciones violentas de los participantes
- Mejorar la conducta
- Restaurar las relaciones humanas
- Reparar el daño
- Proporcionar un liderazgo efectivo
Estas prácticas restaurativas surgen del trabajo realizado por Dominic Barter en los años 90. Barter desarrolló un sistema de círculos restaurativos para intervenir en los conflictos latentes entre las diferentes comunidades afincadas en la favelas de Brasil. Su intervención se basó en dialogar con habitantes de la Favela Santa Marta, con el objetivo de buscar y experimentar con ellos la mejor forma de resolver sus diferencias. De este diálogo surgieron los círculos restaurativos.
Fases de los círculos restaurativos
El desarrollo de un círculo restaurativo se compone de tres momentos o fases en las que los/as participantes son informados del proceso y tienen la oportunidad de hablar y escucharse unos a los otros en una atmósfera de seguridad, respeto e igualdad.
Pre-círculo:
- Identificar claramente el problema o conflicto
- Escuchar empáticamente su experiencia respecto al acto
- Información recíproca
Círculo:
- Comprensión mutua
- Responsabilidad personal con respecto a los hechos
- Acuerdos para proseguir
Post-círculo:
- Revisión y evaluación de resultados
De esta manera los círculos restaurativos permiten tratar los conflictos de forma que el diálogo fluya y el daño se restaure.
Según Barter, cuando tenemos un conflicto con otra persona normalmente las emociones nos convierten en “sordos emocionales”, es decir, las emociones nos superan y nos impiden analizar el significado profundo de lo que la persona con la que estamos en conflicto nos dice. Es por eso que para hacernos oír, ambas partes tendemos a gritar o a repetir lo mismo una y otra vez, rompiendo totalmente la base de la comunicación (emisor-receptor).
Basándose en esta premisa, en la sesión informativa para la constitución de los círculos restaurativos, se insta a las personas que no se comprometen a fondo con el proceso de círculo (o no quieran participar activamente), a que al menos conozcan la existencia del proyecto y cómo se va a desarrollar, con el objetivo de que con el tiempo se animen a participar, o en todo caso, asegurarnos de que aunque no colaboren tampoco pongan trabas en su desarrollo.